Como controlar el riesgo y no quebrar en el intento
Artículo escrito por Juan Pinto
Miércoles, Septiembre 17, 2008
Cuando un empresario o un negociante van a hacer una operación, analizan tres factores fundamentales:
- El riesgo: la posibilidad que esa operación tiene para salir bien o mal.
- El coste: los recursos que, en caso de que la operación no salga como debe, se perderán.
- El beneficio: los recursos, adicionales a los invertidos que, en caso de que la operación si salga como debe, se podrán obtener.
En este punto es probable que a muchos ya les vaya sonando esta situación a la hora de enfrentarse a una mano de póker, ya que el comportamiento del jugador es prácticamente idéntico al del empresario que citamos al principio como vamos a ver a continuación.
Cuando un jugador de póker afronta una mano ya ha hecho una evaluación inicial del riesgo y es justo en el momento en que es su turno de apostar, o pasar, cuando se plantea la triple cuestión.
- Evalúa su riesgo: para ello, conociendo tanto las cartas de su mano como las que se han repartido a la mesa, puede estimar como de fuerte es su posición respecto a sus rivales y en consecuencia, estimar el nivel de riesgo , o de perder la mano, que existe.
- Evalúa su coste: principalmente representado por la cantidad que ya haya sido apostada por el resto de jugadores y que debe cubrir para seguir en la partida, ajustado al importe que calcula que necesitara arriesgar adicionalmente si nos encontramos en el “river” o en el “turn”, o incluso por la posibilidad de que algún otro jugador pueda subir la apuesta de la mesa. En este punto, como en otros tantos, la posición es un factor determinante.
- Finalmente evalúa el beneficio: la cantidad de fichas que puede conseguir si verdaderamente sus cartas consiguen batir a sus rivales.
De la unión de estos tres factores obtendrá el jugador los datos necesarios para continuar en la partida o tirar las cartas. En líneas generales, cuanto mas fuerte sean nuestras cartas respecto a las de los rivales, cuanto menor sea la cantidad que tenemos que arriesgar para seguir en la partida y cuanto mayor sea la cantidad del bote de la mesa, podemos afirmar que hay mas posibilidades de que el jugador siga en la partida, y viceversa.
Todo este articulo tiene una pequeña excepción: el juego de
farol. Cuando un jugador lanza un “farol” tiene en su contra unas cartas con pocas posibilidades de ganar, en teoría, pero en la practica estima que la posición global del resto de jugadores es débil por lo que ese gesto de fuerza puede darle la victoria. Igualmente el importe en riesgo suele ser reducido y la ganancia, en relación, suele ser considerable.